miércoles, 7 de septiembre de 2011

Todos los hombres

Todos los hombres se quejan o rien, depende de su sentido del humor, de la misma cosa con respecto a mí. Que soy una huevona en la cocina. Así, así me lo acaban de decir. Quien de nuevo, menos me los esperaba. Pero en fin, dejó una quesadilla, un café y pastel de chocolate para que me sirviera dentro del refrigerador.

Un novio que tuve, G. jamás se quejó de esas acciones, lo que nos separó fue mi locura repentina que me ayudó a ser la persona que soy ahora. Era muy generoso en ese sentido. Un novio menos formal que también estudió filosofía como el primero tampoco decía nada y felizmente cocinaba los alimentos del día. Un día le hice una ensalada orgánica y se puso muy contento y yo también.
La conclusión es que cuando menos la carrera de filosofía no los hace machitos del rancho. Y que la reciprocidad es motivo de la felicidad más profunda en los seres humanos.

Ahora que lo pienso tampoco tuve problemas con el músico que un día dijo: atiéndeme. Para encontrarse con una serie de carcajadas destornilladoras. Y después, él se convirtió en un genial amenizador de fiestas en la casa.

Ah y por cierto, quien me acaba de decir eso, es mi primo hermano, Oscar.

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