viernes, 16 de octubre de 2009

Concierto

Todos ellos, músicos de Conservatorio. El concierto empieza y la gente "que realiza caridad en Tijuana" no se calla. Me da ansiedad, tomo una silla, me acerco al escenario para escuchar, estoy a menos de medio metro de los músicos y de todas formas se escucha poco.
La gente parte sus quesos, traga pan y toman vino; el ruido es impresionante, se toman fotos, se saludan, gritan. Risas vulgares llenas de comida y perfume.

La cara de la mezzosoprano es de coraje, con los ojos vidriosos sigue cantando. El clarinetista que al inicio equivoca algunas notas después rie de la situación y sigue tocando; el guitarrista permanece imperturbable, el bajista sólo disfruta de lo que hace; su rostro no muestra preocupación.

Escucho y me emociono, a pesar del ruido. Por más de una hora el grupo lucha por seguir haciendo música; entre la bulla, las risas, la plática, los gritos. Interpretan en medio de la indiferencia.

Y pienso en esa sensación que me ha perseguido este año: "no me escuchan".

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