sábado, 30 de enero de 2010

J. D. Salinger


Ayer me enteré durante la cena de mi cumpleaños que Salinger está muerto. Creo que en Navidad escribí sobre la navidad salingeriana en casa de un tío y de mi impresión sobre un cuento del autor, ahora muerto.
Lástima que las obras del "excéntrico" Salinger estén traducidas en español ibérico, esto las vuelve tremendamente artificiales para el lector latinoamericano.

De Salinger prefiero sus cuentos. Primero, abren un universo (una situación) que puede cambiar totalmente en un momento, generan la expectativa de derrumbe del mundo en cierta dirección para finalmente desviar esta expectativa, ese cambio radical que la narración sugiere y llevarlo a otros límites de la línea narrativa. Se trata de un narrador no-hollywodense.


La Historia del Pez Plátano concluye en un desenlace inesperado, desgarrador y también, lleno de alivio. El hombre del mar no lastima a la niña pero toma la última resolución.


En The Catcher in the Rye, enuncia la sordidez en un personaje morrito que posee la amargura de un adulto y su carga nihilista. Niño del nihilismo prematuro, niño sin amor.
El artículo de The Guardian sobre Salinger, señala que la Literatura en los Estados Unidos se convirtió en el proyecto de la posguerra y que Salinger al igual que Mailer representan este proyecto. El primero como el escritor de la posguerra que vivió el "triunfo" del ejército norteamericano.

Salinger según relata un artículo de blog del WallStreet Journal ya ha sido víctima de chistes on-line y parodias de sus obras.


Ni modo, la vulgaridad tremenda de su país convertirá en kitsch póstumo a estas obras. Por algo J.D. vivió recluido tantos años en el bosque.




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