martes, 11 de agosto de 2009

Roberto Rosique/En el país de las lamentaciones, el servil es Rey…

Fragmento:


Las bisuterías que ofrecen para comprar el silencio no valen la pena, a más de denigrantes, humillan por la miseria que económicamente significan. Protestemos. Para ejemplo, éste puñado de inconformes: Todos somos un mundo pequeño (http://www.todossomosunmundopequeño.blogspot.com) que aún cuando se les da la espalda, se les etiqueta de filisteos, holgazanes y pendencieros o se les deslegitimiza de sus alcances educativos y culturales, dan la cara por nosotros, por esa parte de la sociedad tijuanense que está harta de mentiras, de promesas incumplidas y del servilismo centralista. Esta emergente comunidad cultural no se deja sorprender, ni le engañan los títulos rimbombantes; hartas de escuchar nuestras lamentaciones, hoy exigen y eso les incomoda, sobre todo a los que tiempo atrás enarbolaban con una mano la banderola de justicia y en la otra empuñaban, socarronamente, el bolígrafo para firmar acuerdos por debajo de la mesa (por eso no sorprenden los curules que hoy ocupan).
Inconformémonos, es tiempo de que las cosas tengan otros sentidos. Las lamentaciones pueden dejar de ser serviles cuando participas aunque sea levantando la mano para demostrar tu desacuerdo.

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