El caso es que al ver las tostadas, la cajeta, el café y las frutas sentí una nausea horrible que me hizo salir corriendo al frío.
Después de esa nausea una larga molestia con Bunbury que me había acompañado tres años, cesó por completo. Raro.
Y bien, lo bueno del Uruguay es que puedo beber en la calle sin ningún problema con la ley. Como antes de la militarización en México.